jueves, 9 de julio de 2015

Caminos de perdición

Participar de esos momentos íntimos de varios cuerpos al mismo tiempo me hizo creer que amar a una sola persona no iba a resultarme tarea fácil.
De hecho, nunca lo ha sido. No para mí.
En los últimos años reconozco que sólo me he enamorado, de esa manera en la que el enamoramiento dura más de una noche, una vez. Y hay días en los que echo de menos esa sensación.
Por el camino, sin embargo, he alimentado mi cuerpo de maravillas que han dejado huellas irreemplazables en mi piel:
Besos que sólo de imaginarlos son pecado.
Deseos que si los escribo parecerán anhelos imposibles.
Dedos enfrentados en batallas sin fin que acababan en camas empapadas, cuerpos palpitantes en marathones interminables... y éso, no lo cambio por nada.
Una vez Pablo me dijo que todo lo que vivimos por placer nos nutre el alma, y que un alma nutrida de placeres es inmortal.
El tiempo es relativo, y el camino es a veces complicado... suerte que el mío me hace poder perderme de vez en cuando. Si no, nada de esto tendría sentido.

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